Un número más contiamos repasando conceptos de juego que puedan ser útiles para preparar las estrategias de nuestros equipos y para que el aficionado tenga unas cuantas nociones que le permita analizar los partidos con un sentido crítico. Este mes nos centraremos en la importancia de los movimientos diagonales y circulares, tanto ofensivos como defensivos.

Empecemos con la siguiente situación: Si el poseedor del balón se encontrara sin adversarios que le dificultarán su progresión en el juego hacia la portería rival, jugaría en profundidad con el fin de llegar de la forma más rápida posible a la obtención del gol. La colocación de los rivales le obligan a jugar en amplitud y de ese querer profundizar por parte de un equipo de la forma más rápida posible  y la lateralización a la que le obliga la presencia de los componentes del otro, resulta que el fútbol funciona mediante movimientos diagonales y circulares con cambios de trayectorias.

Tras una conducción de balón con una trayectoria diagonal hacia una banda presionado por un rival, tras la selección y realización del pase en la misma dirección de carrera por impedimento de la presión en hacerlo en otra, y por tanto, sin haber podido ver la situación de otras zonas de campo, es conveniente, si previamente no se ha tomado ninguna decisión para la postparticipación tras el pase, aplicar la visión periférica sobre aquella zona que fué "ciega" mientras la conducción con la presión. Esta aplicación facilitará la anticipación mental para la selección y aplicación en la acción posterior a realizar. Entrenada debidamente la realización de la aplicación, se puede aprovechar el tiempo de traslación del pase realizado para conocer la nueva situación para el juego.

En cuanto a la parte defensiva, cuando un equipo se encuentra dominado en su propio terreno de juego y con la mayor parte de sus jugadores empleados en tareas defensivas, el jugador que queda más adelantado, y pensando que también puede participar en acciones ofensivas, recomendaría que se colocara en el mismo lado del campo por donde se está desarrollando el ataque del equipo del rival. Esta colocación servirá para que pueda recibir o disputar la posesión del balón tras despeje o robo de su compañero, debido a la situación física de este en el momento que está defendiendo. En caso de salida de su compañero en posesión del balón, puede servirle de apoyo en caso de ser necesario, o colaborar con su acompañamiento en el ataque posterior.

Tras una jugada de ataque, cuando un jugador atacante finaliza muy cerca de la línea de córner contraria y totalmente ladeado dentro del rectángulo de juego, debe ir recuperando la nueva colocación de la forma más rápida posible y que la misma tenga posibilidades de participación o colaboración con los demás componentes del grupo con el fin de obtener un rendimiento positivo. Para ello es una buena recomendación el ir recuperando la posición para una nueva intervención mediante una diagonal hacia atrás y hacia el eje longitudinal para tener posibilidades de relación con sus compañeros desde más zonas del campo.